En Ranchillos, la pasión por el fútbol se transmite por la sangre de los Paz; una familia que va camino a tener su tercera generación de futbolista profesional. Con 16 años y en Atlético Tucumán, Martín Paz está empezando a escribir su propia historia en el deporte que amaron su padre y su abuelo.
Martín es hijo de Juan Ramón Paz y nieto de Juan Gerónimo Paz. Lleva en sus venas el amor por la pelota, una herencia que lo motiva y lo impulsa a seguir adelante. “Hace cuatro años llegué a Atlético para jugar en Novena. Ahora estoy en Reserva y en Sexta; sumé minutos en las dos categorías”, explicó el volante por izquierda que heredó la faceta goleadora de su abuelo y de su papá (dos “9” temibles) y ya lleva varios goles en 2024.
Más allá que recién está dando sus primeros pasos en el fútbol juvenil, las palabras de Martín suenan como las de alguien maduro.
A su padre Juan Ramón lo considera un mentor y su mejor amigo. “Me enseña cómo tengo que ser en mi vida y en la cancha. Siempre me anticipa cómo puede ser alguna jugada puntual. Me aconseja muy bien, me corrige cómo perfilarme, pararme o definir. Tengo que escucharlo para seguir aprendiendo”, advierte.
La figura de su abuelo Juan Gerónimo también juega un papel crucial en su formación. A pesar de no compartir la misma posición en la cancha, su influencia es innegable. “Mi abuelo era delantero; se cansó de hacer goles. Cuando viene a verme jugar en Atlético me da devoluciones. Yo soy más volante, pero tengo llegada. Me gusta estar cerca del área”, relata.
Las reuniones familiares son un constante recordatorio del amor por el fútbol. Es que en las entrañas de Ranchillos, en donde suelen ser los encuentros, solamente se respira fútbol. Juan Gerónimo jugó en San Antonio de Ranchillos, Central Norte, Sportivo Guzmán, San Martín, Unión de Santa Fe, Instituto de Córdoba y Argentinos Juniors. En tanto su papá, tuvo su recorrido por Atlético, UTA, San Jorge, Brown de Lules, Amalia, Sportivo Guzmán, Jorge Newbery, Unión Santiago y Central Córdoba (Santiago del Estero), Unión Aconquija (Catamarca), Belgrano de Rosario de La Frontera (Salta) y 9 de Julio de Morteros (Córdoba).
“Cuando hacemos un asado estamos hablando de fútbol nomás; vemos partidos y analizamos jugadas”, dice Martín, que admite no haber visto muchos videos de su abuelo. “Sólo vi uno de cuando jugó la final contra River (jugando para Unión) y se perdió un mano a mano increíble. Cuando vemos la jugada me dice: ‘esto no tenés que hacer’”, dice entre risas.
Claro que los Paz, cuando discuten de fútbol, no le hacen honor a su apellido y demuestran toda su pasión. “Mi papá y mi abuelo se sacan chispas, tienen diferentes miradas. Hasta tuvieron distintos estilos en la cancha. Mi viejo siempre buscaba definir colocando la pelota cerca del palo; mi abuelo era más del remate fuerte”, remarca. “Mi primer gol en Reserva fue como lo hacía mi abuelo. La controlé dentro del área y se me fue un poco larga entonces tuve que tirarme al piso y definir fuerte. Por suerte sirvió para ganar”, dice sobre el 2-0 de Atlético a Deportivo Riestra en el torneo pasado.
El sueño de Martín es el de miles de chicos de su edad: debutar en Primera y, algún día, vestir la camiseta de la Selección.
Cuando lo dice, lo hace con determinación. “Mi sacrificio siempre está. Me levanto muy temprano, me cuido con las comidas, salgo a las seis de la mañana de Ranchillos, entreno, vuelvo a comer algo rápido y me voy a la escuela. Me desocupo recién a las 19. No siento presión por nada y mi familia me apoya en todo”, aclara.
A Martín, su padre lo acompaña y lo guía en cada paso de su carrera. “Siempre le dije que lo apoyo, pero que tiene que hacerlo con pasión y con mucha humildad. Eligió este lindo deporte y es un orgullo”, dice el ex goleador.
Ese legado familiar, de lucha y de perseverancia, es lo que Martín lleva consigo cada vez que entra a la cancha. Su abuelo le enseñó la importancia de no rendirse y de siempre buscar la perfección. Aunque las generaciones y los estilos de juego han cambiado, la esencia del fútbol sigue siendo la misma. Y la dedicación, el esfuerzo y la pasión por el deporte son los pilares que sostienen a esta familia.
Eso sí, Martín no sólo piensa en el fútbol; también se esfuerza por cumplir con sus responsabilidades escolares. “A la escuela la llevo bien, me cuesta mucho matemáticas, pero voy tirando. Me quiero dedicar a jugar al fútbol, quiero cumplir mis sueños en este deporte y seguiré luchando”, avisa.
Cada día es un nuevo desafío para él, pero también una nueva oportunidad de acercarse a sus sueños. Con el apoyo de su familia y su propia determinación, Martín quiere dejar su propia huella en el mundo del fútbol, tal como lo hicieron su padre y su abuelo.
El joven volante de las inferiores de Atlético no sólo intenta honrar el legado familiar, sino que también construir su propio camino.